jueves, 10 de octubre de 2013

PENSAMIENTO


PENSAMIENTO
NIÑOS DE LA CALLE: INHUMANA HUMANIDAD
Por Marcos Roitman Rosenmann

          No perder nunca la capacidad de asombro es lo que confiere a la condición humana su máxima expresión de racionalidad. La ira es buena, si está definida como condición de estupor ante las injusticias.

          Si por el contrario, pierdo la capacidad de asombro, si interiorizo la imposibilidad de lucha por la vida digna para todos es que estoy perdiendo mi condición humana.

          Hoy, con demasiada familiaridad nos sacuden acontecimientos cuya realidad habla de los niños de la calle. Hablamos de niños cuyos sueños rotos son parte del moderno mundo liberal que nos absorbe.

          Aquí recuerdo la carta de los niños indígenas al subcomandante Marcos, cuando señalaban que no tenían historia, que no figuraban en los censos de población, que no existían para el mundo. Esa carta les dio existencia. Sus cosas aparecen en la prensa cuando son asesinados y quemados vivos. Maduran en la calle, en la vida misma.

          Aquella vida que nuestros padres nos ocultan por evitar despertarnos a la realidad inhumana. Nos dejan vivir, somos niños de casa, de juegos, de escuela y de formación. No compartimos nada con los niños de la calle. Tomar conciencia para transformar esta canalla donde unos y otros se aprovechan porque los niños de la calle son rentables y puedes ser útiles como prostitutas, como ladrones, como esclavos o simplemente como objetos de usar y tirar. Incluso para ser expuestos como el mal camino.

          La pesadilla que nadie desea vivir. Las infancias perdidas y los tiempos de dolor acompañan a estos sobrevivientes del mundo globalizado. Y neoliberal. Se drogan, inhalan productos químicos y tienen relaciones sexuales. Sólo se puede ser condescendiente con la miseria y la desesperación. Ellos se han creado este mundo de vida de cloacas. Qué prioridades pueden haber cuando la vida no se puede vivir con dignidad.
  
    Qué opciones políticas pueden decirse democráticas cuando son cómplices de la muerte y se promueve la esclavitud infantil. Ahora el problema debe transformarse en responsabilidad política cotidiana. Y en esto quiero ser  Honesto. Texto escrito con pasión y asombro, única manera de decir verdad. Gracias por reavivar en mi conciencia y recordarme que fui un niño privilegiado. Y quiero seguir siendo niño, no perder la esperanza y la capacidad de asombrarme antes la injusticia y la miseria humana. Miseria humana que tanto abunda en nuestros dirigentes y elites políticas.

          Los niños de la calle viven la miseria, pero tienen ese corazón de niño y esa imaginación desbordante que los hace ver el mundo con optimismo. ¡Qué ironía! Ellos si creen ser capaces de romper su destino impuestos por el neoliberalismo. Contra ese social-conformismo.



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